Edificio Carrera

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jueves, 3 de abril de 2014

Evidencia anecdótica de 20 años de carrera en el Servicio Exterior de Chile (Sergio Toro)

90, 15, 10…

1º de abril de 2014: “Hoy cumplimos veinte años de servicio, el tiempo pasa volando”, así comenzaba el email de ayer, enviado por un compañero y amigo de promoción, el cual fue seguido por una interesante cadena de comentarios. Unos emotivos, otros más jocosos, otros más reflexivos. Una amalgama variopinta que nos alegró la mañana, sino el día entero. Todas las generaciones que ingresan a la Academia se sienten distintas y especiales. Y la nuestra, la que ingresó el año 1994, guarda el mismo sello de “especialidad”. Aunque seamos más comunes que los más comunes.  En buena fe, puedo verificar que los representantes de esa generación del 94’ hemos tenido una combinación virtuosa: la vocación de servicio público, curiosidad, un alto profesionalismo, algo de suerte y la oportunidad de servir a nuestro país, en distintos países y en distintos niveles de la dirección del Ministerio.

Por cierto, como toda promoción, nuestro imaginario colectivo e individual de lo que “era el Ministerio” a la sazón del ingreso y de lo que sería nuestro trabajo, distó, con el tiempo, de lo que realmente fue y es, brindando así una nueva oportunidad para la discusión sobre el sein y el sollen (ser y el deber ser). 

En aquella época, nuestro país venía saliendo del régimen autoritario/militar/dictatorial y la recuperación del régimen democrático de gobierno se asentaba a paso lento, pero seguro, aunque para muchos más lento de lo que debía ser. La herencia autoritaria, en todo caso, era una realidad en las formas de procedimiento y en la mentalidad de muchos directivos. Esto sería una característica, entre otras, del “gap generacional” existente al interior de nuestro servicio. Hasta hoy es posible percibir ese tipo de pensamiento.  

“Viejito, te vas a ir destinado a un lugar donde vas a ganar mucho dinero. Te vas a China”. Estas fueron las palabras con que el Subdirector de la época me informó mi primera destinación. ¿Y qué pasó con el desafío profesional, con el dato menor de poder contribuir a las relaciones bilaterales con la China emergente de los 90’, con el desafío cultural, con la oportunidad profesional única de servir a Chile en un país complejo, grande y cada día más influyente en el escenario internacional como es la República Popular de China?  

La exitosa “reinserción internacional de Chile”, luego de recuperado el sistema democrático de gobierno, así como “el regionalismo abierto” practicado por Chile y una vocación distintiva por el valor y respecto a los derechos humanos, fueron cimientos que nos permitieron consolidar una política exterior con un claro perfil en el concierto internacional.

Con el tiempo, Chile se consolidaría como un país serio y responsable (“que responde las comunicaciones”) y no han faltado las voces que han llamado a nuestro país a ejercer un mayor liderazgo regional e internacional.  Estos llamados fueron hechos sobre la base de que Chile se había transformado en un “país políticamente estable y económicamente pujante”, un modelo.  Sin duda que la política comercial y económica, realizada principalmente a través de la Direcon, con una presencia muy acotada de diplomáticos de carrera, tuvo una gran visibilidad y sus resultados son igualmente tangibles: una red de acuerdos comerciales que nos vinculan con los mercados más relevantes del mundo, aunque la canasta exportadora siga altamente concentrada en pocos productos de menor valor agregado relativo. El ingreso a APEC y OCDE refuerzan este perfil. 

La labor propiamente diplomática, de política exterior, fue menos obvia, quizás más reservada, quizás demasiado reservada. En términos de visibilidad – no de realidad - se ha concentrado más en los temas protocolares que en la participación en el policy making y la implementación de los objetivos de política exterior.

En el año 1994 Chile tenía un ingreso nacional bruto per cápita (GNI per cápita PPP- que es el que realmente cuenta) de US$ 3,610. Hoy ese mismo indicador, ajustado, se eleva a US$ 14,310 (Método Atlas del Banco Mundial).  Este solo dato indica que Chile es un “país de renta media” (MIC) por excelencia.  ¿Puede un país desplegar la misma política exterior a 3,610 que a 14,310? ¿No son estos números evidencia suficiente para elaborar prima facie que alguna diferencia debería existir, precisamente por el diferencial resultante entre ambos guarismos?  Por qué estos elementos estuvieron ausentes de la narrativa.  ¿Es la política exterior de un país de renta media-baja la misma que la de un país de renta media alta, en términos de extensión, profundidad, medios y objetivos y, especialmente, en materia de administración de sus recursos humanos?

A pesar de que la tecnología ha aumentado su participación en los procedimientos y almacenamiento de datos, la política exterior continúa siendo una actividad intensiva en “recursos humanos”. Este fue un tema recurrente en la “celebración de ayer”.  A pesar de los avances realizados en los últimos 20 años, se percibe que el mayor desafío a nivel de recursos humanos está en la creación de mecanismos apropiados para mantener actualizados los conocimientos, la motivación y el acceso fluido a los grados superiores.  ¿Es posible hablar realmente de la existencia de una “carrera diplomática”, cuando en 20 años ninguno de los 10 representantes que quedan de la generación del año 1994 haya logrado el grado (directivo) de “Consejero”?  Y con mayor seguridad, uno o dos de nosotros, a este ritmo de movilidad funcionaria, alcanzará el grado de Ministro Consejero antes de cumplir los sesenta y cinco años de edad.  

“Viejito, no hay mejor candidato para desempeñarse como Director de Programa en la Secretaría de APEC, en Singapur. Te vamos a ayudar con la asignación de escolaridad, no te preocupes postula nomás”... “Viejito, no sé quién te dijo que te podríamos ayudar, no hay recursos para escolaridad y los colegios en Singapur son muy caros. Necesitamos gente con vocación”.

Veinte años nos ha tomado para avanzar del grado de Tercer Secretario al de Primer Secretario, cuando ya la mayoría de nosotros esta bordeando el medio siglo de vida.  ¿Es bueno para un país como Chile tener una política exterior basada en profesionales -muchos de los cuales son altamente capacitados- con Primeros Secretarios de 50 años?  ¿Y con Consejeros de 60 años de edad?  ¿Cuál es impacto etario en términos de motivación (frustración) y de productividad, en especial considerando que no se observa tampoco un apoyo claro al “perfeccionamiento de media carrera”?  A la fecha, no se ha establecido un marco conceptual que garantice la fluidez funcionaria que toda “carrera” requiere para ser tal. La jubilación a los 65 años es un medida cierta, pero no debería ser tomada como “el marco conceptual” o “mecanismo”, ya que ha quedado en evidencia que no es suficiente para el propósito de otorgarle a la carrera el dinamismo que requiere (fit for purpose). 

Hay otros elementos intangibles que en veinte años se hacen notar demasiado. La idea de que la carrera es un  zero sum game (lo que gana uno lo pierde al otro) impulsa a muchos colegas a creer que “todas las formas de lucha son válidas.   En algunos casos, esta idea ha sido beneficiada con resultados concretos, aunque el análisis de los méritos es pobre.  El mínimo moral budista es “no hacer el mal al otro”.  Una idea diferente es hacer el bien al prójimo, pero ya con no “hacer el mal” sería un cambio sustancial.  El “chaqueteo” continúa siendo una fuerza vigente y negativa, y tampoco hay mecanismos para evitarla.  La mediocridad su fenómeno vinculado.

La pregunta: si tuviera la oportunidad la oportunidad de retroceder en el tiempo, volvería a adoptar la misma decisión de ingresar al Servicio Exterior?. SI, sin duda fue una decisión correcta. La experiencia profesional, las oportunidades personales, han sido únicas. Esta decisión ha pasado la prueba del tiempo. 

Hace 20 años quince “jóvenes” ingresamos por vocación y con entusiasmo al Servicio Exterior de Chile, de un total de 90. Hoy quedamos diez, todos Primeros Secretarios, todos aún con vocación y todos aún con entusiasmo. Aunque ya los tiempos se acortan, el reconocimiento sea avaro y las oportunidades de perfeccionamiento y ascenso sean cada vez menores.

Sergio Toro

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