Edificio Carrera

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viernes, 28 de marzo de 2014

Un Minrel más horizontal (Julio Cordano)

"Antigüedad es grado", se escucha a menudo en los pasillos del Ministerio.

Este es un concepto profundamente enraizado en nuestra cultura institucional. Se manifiesta en que la antigüedad (es decir, el lugar en el orden jerárquico que establece el escalafón) es la base sobre la que se distribuyen las funciones que debe cubrir el Servicio Exterior, ya sea en una Dirección o en una Misión, Embajada o Consulado.

Es hora de pensar un sistema que supere esa lógica rígida e innecesariamente jerarquizada.

Primera precisión: es necesario reconocer que la experiencia es importante en todas las instituciones. Y es sin duda un criterio válido para asignar responsabilidades. Sin embargo, la forma como está aplicado este principio en la Cancillería replica un orden que no distingue adecuadamente habilidades ni competencias, emulando una jerarquía militar ciega a otros criterios y que en un servicio civil como el Ministerio no debiera ser la norma fundamental.

Por años se ha hablado de que el Ministerio debiera tener estructuras más horizontales, menos jerarquizadas, donde las decisiones sean más colegiadas y participativas. Donde se estimule la capacidad de tomar decisiones más abajo en la estructura ministerial. Donde se estimule la expresión de la opinión profesional para una mejor gestión de la política exterior. Donde los que traen una mayor preparación y experiencia en un tema dado sean los más consultados sobre ese tema. Y donde el trabajo de los diplomáticos, en Chile y en el exterior, evolucione hacia un sistema de "policy advice".

Pero como ocurre muy a menudo entre nosotros, la crítica y la queja no siempre trae aparejado una propuesta de cambio. 

El primer paso es repensar las jerarquías, al menos como se han entendido históricamente en la Cancillería. Aquí corresponde una segunda precisión: las jerarquías deben existir, son necesarias, también en la Cancillería. Siempre que haya poder público, deberá existir una línea de mando.

Sin embargo, las estructuras verticales, como la nuestra, no admiten la suficiente flexibilidad para que las personas, sin perjuicio de los años que tenga en el sistema, o el lugar que ocupe en el escalafón, hagan el mejor aporte que sus capacidades y sus especialidades permitan a la política exterior de Chile.

Esto no significa poner a jóvenes a cargo de personas de más edad, o alterar el orden del escalafón, ya que iría en contradicción con los principios de experiencia y jerarquía precisados anteriormente.

De hecho, significa algo mucho más simple. Significa que el escalafón es un instrumento que no sirve para estos propósitos en una institución como Cancillería. Que exceptuando a los Embajadores, el escalafón es tremendamente ineficiente para asignar funciones, porque lo hace con un criterio de antigüedad y no de especialidad. Es urgente por lo tanto que repensemos el rol que tiene el escalafón.

Imaginemos por un momento que lo eliminamos. Si el escalafón se elimina, habría que contrapesar esta decisión al menos con dos consideraciones. Primero, que haya un mecanismo de reconocimiento a la experiencia dentro del sistema (la precisión N°1 anotada arriba). Segundo, que el Ministerio conserve una jerarquía (mucho más horizontal) que permita un funcionamiento armónico de sus estructuras (precisión N°2).

Sigamos imaginando (los Embajadores, que son de confianza del Presidente, no forman parte de este ejercicio de imaginación). Y el resto de los miembros del Servicio Exterior? Visto que lo que necesitamos es flexibilidad para opinar, para proponer, para tener iniciativa, sería mejor tener un sistema que no sea prescriptivo en sus estructuras, es decir, que se vaya armando solo a medida que su dinámica interna estimule a todos a validar sus propias capacidades.

A veces, la solución más sencilla es la más directa y evidente. La imaginación nos lleva a pensar que habría que eliminar todos los grados. Y tirar sólo una línea, una distinción mínima de experiencia por años de servicio, que simplemente separe a "juniors" de "seniors". Por ponerla en algún lugar, en esta pincelada imaginaria, la ponemos en el límite de veinte años de servicio. Así, en un Minrel sin escalafón ni grados, un especialista con menos de veinte años de servicio no puede asumir jefaturas de Misión, o de Direcciones. 

Y la escala de sueldos? Y las calificaciones? y el concepto de carrera? Esas son discusiones válidas pero que no son impedimientos. Estos y otros temas implícitos en una reforma mayor como esta, son perfectamente abordables una vez que se decida horizontalizar las estructuras. 

No seremos los primeros que hagamos este tránsito. Basta con tomar la decisión de hacerlo. El primer paso es darle contenido a la antigua queja (tan llena de denuncia como vacía de propuesta) de tantos colegas que han acusado que el Ministerio es excesivamente rígido y jerarquizado. Y nos acerquemos más a una lógica de competencias, flexibilidad, integración y horizontalidad. Imaginemos que se puede.

Julio Cordano


3 comentarios:

  1. Me imagino que te refieres a que podríamos copiar la estructura de Prochile o a la DIRECON, que trabajan de manera callada y eficiente. En ese sentido, tendrías razón. Pero no creo que la excelencia se deba tanto a su estructura como a la calidad de quienes se desempeñan allí. Nada personal, pero la inamovilidad que los funcionarios públicos de planta gozamos en nuestros cargos va de la mano con una pérdida de competitividad en nuestro desempeño. No creo que la jerarquía sea un problema per se, me parece que -por el contrario- la pirámide previene muchos conflictos. Pero para que funcione, quienes ocupen los cargos directivos deben tener una combinación de experiencia y conocimientos en el área que dirigen. Hoy, eso no se da porque contamos únicamente con "generalistas". Quienes toman las decisiones generalmente carecen de los conocimientos necesarios como para tomar decisiones fundadas. Por otra parte, tampoco se les puede exigir demasiado, pues existe consciencia de que hacen su trabajo "de la mejor manera posible". Esto, por supuesto, redunda en que a nivel de directores simplemente no se tomen decisiones, las que recaen al final del día en la cúspide de la pirámide. Ello, sin importar su relevancia: desde un cometido funcional a Valparaíso hasta el cierre de una embajada. Esto sólo cambiará cuando los directores sean personas competentes en las áreas que deben dirigir. Tal vez sea tiempo de proveer las vacantes directivas mediante concursos bien hechos y con igualdad de oportunidades para quienes nos desempeñamos en grados inferiores.

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  2. Yo creo que el esfuerzo de imaginar un Minrel apunta a un ejercicio que va más allá de a actual coyuntura, o incluso más allá de un horizonte de 10 - 15 años. Una reforma profunda, que por ejemplo elimine el criterio-escalafón para la asignación de funciones, será una reforma que durará muchas décadas, y por lo tanto hay que pensarlo como un cambio que vaya más allá de las personas que hoy trabajan en las jerarquías del Minrel.

    Sobre las jerarquías, creo que la actual situación es excesivamente vertical. Prochile es un buen ejemplo, para aprender lo bueno y lo malo de sistemas más planos. Pero en esto tenemos que parecernos más a Prochile que al ejército, y hoy no es así.
    Como yo lo veo, mientras más arriba estás en el sistema, más "política" es tu función y tus responsabilidades. Los que saben de los temas tienen la obligación de dar su opinión técnica, y el Ministerio tiene que ser capaz de hechar mano de ese conocimiento. Yo creo que la clave está en que si tienes una estructura más plana, es más fácil para los que están más arriba en la jerarquía articular a los que saben de los temas, que seguramente están disgregados en todo el Minrel. La competencia de los "dirigentes" debe consistir en saber cómo articular respuestas eficientes a situaciones de política exterior, liderando a los que saben de los temas y tomando decisiones bien informadas y de las que se hacen políticamente responsables. Una figura así no es posible en un esquema rígido como el de hoy, en que se espera que los dirigentes (Directores, etc.) sean los que más saben de un tema, en vez de ser los más hábiles en liderar equipos y aglutinar conocimientos para implementar una política exterior más informada.

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  3. Por supuesto que la reforma debe ser de largo plazo, o si no de qué estamos hablando. La estructura que adopte cancillería podrá, como consecuencia, resultar más plana que la actual. Eso da lo mismo. Lo que no da lo mismo es que, contando con gente competente, el Ministerio, porfiadamente, insista en tomar sus decisiones sobre estas materias no en base a concursos transparentes, sino a puerta cerrada y "por tincada". Ninguno de los proyectos de ley presentados aborda este asunto y en consecuencia, sólo puedo aplaudir que haya. fracasado. De haber sido aprobados, este debate ya no tendría sentido.

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