Edificio Carrera

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miércoles, 12 de marzo de 2014

Descomprimiendo el MINREL: un plan piloto (Patricio Brickle)

En los últimos cuatro años, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha enviado a un diplomático de carrera al Ministerio de Educación (MINEDUC) –a solicitud de esta última Secretaría de Estado– en calidad de Director de Relaciones Internacionales (DRI). Muy pocos de los quinientos diplomáticos chilenos está enterado de esta desafiante función encomendada a uno de ellos.

El Director de Relaciones Internacionales del Ministerio de Educación tiene a su cargo un equipo de profesionales de esa cartera, compuesto principalmente por sociólogos, cientistas políticos, historiadores, gestores culturales, quienes tienen la responsabilidad sobre diversas materias internacionales: monitoreo del Convenio MINEDUC-PNUD, implementación de los cinco programas de la Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO, seguimiento de los compromisos de Chile en materia educativa ante la OCDE y APEC, participación en las reuniones de coordinación de MERCOSUR, UNASUR y OEI; entre otras. Asimismo, dentro de sus responsabilidades está la administración y ejecución anual de un presupuesto de 250 millones de pesos; por decreto le corresponde asumir el cargo de Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional Chilena de Cooperación con la UNESCO; es Secretario Nacional del Convenio Andrés Bello (CAB), etc. En todos ellos cumple una activa participación a través de reuniones semestrales o anuales o la organización de seminarios o implementación de políticas educativas acordadas por las autoridades políticas de la región.

Pero todo eso, sin detallar más el perfil y las responsabilidades del cargo (que tuvimos que crear) de quien tenga que asumir esa tarea, no está instituido, no existe en el organigrama del Ministerio de Relaciones Exteriores y, por lo tanto, no es considerada una función crítica. Mas bien, está dejado al arbitrio de las autoridades de ambas carteras de Estado en vez de estar consolidado como una alianza de cooperación en tanto le hace bien al Estado y, por consiguiente, a los ciudadanos, al país, y descomprime a la Cancillería, al mismo tiempo, al permitir que esos “jóvenes diplomáticos” de 40 o 50 años de edad que no han podido ascender en la carrera–y, por consiguiente, no asumir roles de mayor responsabilidad en la toma de decisión por la escasa jubilación a la que se resisten a acogerse los “viejos diplomáticos” de 65 o 70 años edad, muchos de ellos sin grados académicos, puedan hacerse cargo de esa responsabilidad. Porque claro está, para ser Director de una Dirección del Ministerio de Relaciones Exteriores se puede carecer de un grado académico, pero para para ser Director de Relaciones Internacionales en el Ministerio de Educación el diplomático debe contar al menos con un Master

¿Cómo afianzar esta función y alianza entre ambos Ministerios, hoy? Simplemente, a través de un acuerdo escrito interministerial de colaboración en esa materia. Los contenidos de ese acuerdo puede especificar el perfil del postulante (hemos elaborado un perfil y una descripción del cargo), una permanencia en él de cuatro años, el pago de una asignación crítica, etc. Del mismo modo, la instalación de una estación de trabajo del sistema de comunicación (a nivel público, no reservado) que manejala Cancillería entre sus direcciones y Embajadas pues eso facilitaría enormemente el flujo de información, en tiempo real, existente entre la DRI, las Embajadas, las Direcciones del MINREL; que hoy se hace, principalmente, a través de e-mail y vía telefónica, perdiéndose con ello el registro y continuidad de las tareas.

En definitiva, lexpertise del diplomático, como indicamos en la primera parte, no está en sus múltiples postgrados o dominios de idiomas –pedante es ya señalarlo–, sino en su saber, su sensibilidad, del mundo internacional (olfato, bisagra, filtración), de su lenguaje; que tiene un alto valor para otros Ministerios, cuyas oficinas internacionales están a cargo de profesionales ajenos a ese tipo de conocimiento, que, insistimos, no se obtiene sólo con el logro de un diploma o breve especialización en la carrera.

Patricio Brickle

1 comentario:

  1. Me parece muy bien institucionalizar todo lo que se refiera a nuestra presencia en otros Ministerios. Esto me parece fundamental para construir una política exterior bien coordinada y que esté bien conectada con los intereses del país en las áreas prioritarias del Estado.
    Dicho esto, hago un par de observaciones: me parece un error decir que para darle más importancia hay que necesariamente asignarle una "función crítica", es decir, pagarle más al que cumpla esa función. El tema de remuneraciones es un tema aparte y que seguramente habría que revisar no sólo para el representante ante el Mineduc, sino también en todo el Ministerio.
    Lo segundo es que no queda claro cuál es el plan piloto al que se alude en el título, tal vez faltó desarrollar esa idea o bien habría que repensar el título.

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