Edificio Carrera

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martes, 4 de marzo de 2014

Redes de influencia: la necesidad de repensar la representación (Julio Cordano)

Partimos de la base que una de las funciones más importantes que puede tener una embajada es la de construir redes de influencia, conocer personas en el medio local y tener la capacidad de recurrir a ellas para informarse de elementos no difundidos en medios públicos, o bien para realizar gestiones rápidas cuando sea necesario.

Esto, por supuesto, no se logra de un día para otro.  Requiere de un esfuerzo consciente y deliberado, que muchas embajadas chilenas ya hacen, movidas por un sentido de profesionalismo.  Pero otras, no.  No todas nuestras representaciones en el exterior se dedican a construir redes de contactos entre los círculos influyentes de los países ante los cuales están acreditados.  No todas estudian sus sistemas políticos, saben quién es quién ni comprenden dónde se toman las decisiones, cuestiones que son cruciales para lograr entender cómo funciona el medio local.  En otras palabras, hay embajadas que no toman medidas orientadas a aumentar la capacidad de influir en beneficio de Chile.

Por otra parte, las embajadas que sí lo hacen, lo hacen a pesar de la falta de recursos para ello.  El gasto asignado para representar es mínimo y es utilizado exclusivamente por los embajadores, los que se ven en la triste disyuntiva de repartir la pobreza entre sus funcionarios o bien hacerlo lo mejor que puedan con un presupuesto mínimo y con tendencia crónica a la baja.  Tal vez por lo mismo, estos dineros no siempre son bien utilizados. Sólo en los últimos años se ha comenzado a aumentar las exigencias y definir cómo y con quién se pueden gastar estos recursos, imponiendo, por ejemplo, que en cada evento se incluya por lo menos a un representante del país residente.  Pero estos lineamientos son a todas luces insuficientes, pues no hay cabal comprensión sobre su propósito ni evaluaciones formales sobre su eficiencia, sobre sus resultados.

Qué hacer?

Primero, exigir a cada embajada un plan de acción en que informe cuáles son las redes de influencia que construye, en qué sectores y por qué razón.  Es evidente que la razón de que algunas representaciones diplomáticas no tengan una gran capacidad de influencia a nivel local es que no se les exige que lo hagan.

Segundo, aumentar la asignación de representación no sólo a los embajadores, sino que también al resto de los funcionarios diplomáticos destinados, estableciendo partidas predefinidas para cada uno de ellos de acuerdo a su rol dentro de cada embajada.

Tercero, transparentar y explicar en qué se debe gastar el dinero de representación y en qué no se puede.  Al aumentar las exigencias se avanza también en transparencia, y se está en mejor pie para explicar los gastos y justificarlos.  Esto permite establecer una relación directa entre el dinero gastado y los beneficios obtenidos.

Finalmente, como corolario: muchas embajadas ahorran durante el año para poder financiar una recepción para la comunidad nacional el 18 de septiembre.  Esta es una expectativa legítima de nuestros connacionales, que se reúnen espontáneamente para celebrar el día de la chilenidad, donde quiera que se encuentren, y que esperan, con razón, que la representación oficial del país tenga una iniciativa acorde.  Definamos.  Si queremos recepciones a lo largo del mundo para nuestras comunidades en el exterior, dotemos a las embajadas de los recursos necesarios para ello, y no les pidamos -como se hace hoy- que utilicen los pocos fondos que tienen para representar, en una actividad que tiene una naturaleza completamente diferente.  De existir recursos para la celebración del "18" estaríamos mejor preparados para atender las legítimas expectativas de nuestros connacionales y, de paso, liberaríamos la presión sobre los gastos de representación.

Julio Cordano

2 comentarios:

  1. Estimado Julio, muy de acuerdo con tu comentario. Abrazo. Andres Lamoliatte

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  2. Usted tiene que estar en su escritorio esperando instrucciones del embajador... Algo así era el mensaje que recibíamos los funcionarios de la embajada y claramente esa instrucción nos dejaba muy poco espacio para generar las importantes redes que se deben cultivar. Qué haciamos? Inventabamos importante reuniones para poder conectar con los distintos componentes de la sociedad en los temas en los que considerabamos podíamos agregar valor. Le llamabamos la diplomacia de los secretarios que se arrancaban de la estructura anquilosada de la misión para poder cumplir su verdadero rol y no dejar que el tiempo pasara frente a nuestros computadores.

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