Edificio Carrera

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miércoles, 19 de marzo de 2014

Más respeto señores publicistas (Beatriz de la Fuente)

El diccionario de la RAE define la palabra Embajador/ra  en los siguientes términos:
1. m. y f. Diplomático que representa al Estado que lo nombra, cerca de otro Estado.
2. m. y f. emisario (emensajero).
3. m. y f. Persona, entidad o cosa que por ser característico de un lugar o país, se considera representativo de ellos. El jamón es el embajador de la gastronomía española
4. f. Fuera de los usos oficiales, mujer de embajador.

Con cada nueva administración, el proceso de designaciones, confirmaciones o aceptación de renuncias de Embajadores crea grandes expectativas en todos quienes estamos vinculados al tema. Para los integrantes del Servicio Exterior, los citados nombramientos nos acercan o nos alejan de un ascenso en el escalafón al grado superior y, finalmente, a la opción de culminar nuestra carrera como Embajadores.

De ahí que me cause indignación profunda  el uso cada vez más banal que se da al término Embajador/ra. Hace unos años se usaba solo, por ejemplo, para designar al  “Embajador de UNICEF” y ahí encontrábamos al futbolista Iván Zamorano o al actor Benjamín Vicuña. Tratándose de un organismo internacional dedicado a los niños, y a personajes de cierta reputación y trayectoria positiva, uno podía condescender. Estos días, en cambio, cualquier modelo de turno puede ser “Embajadora de Crema Nivea”, o del espumante del verano. A eso se suma una publicidad que recientemente vi en una revista de papel couché, donde locales comerciales dedicados a productos de belleza eran llamados “Embajadas.”

Este descargo puede parecer excesivamente purista, teniendo en cuenta que desde un punto de vista semántico, estos embajadores publicitarios sí representan a un determinado producto o servicio, de acuerdo a la acepción número 3 de la RAE. No obstante, el objetivo de esta reflexión es detenernos un minuto a revalorizar el significado de una palabra que alude a un cargo, a un grado, y también a uno de los honores más altos de la administración pública, que es representar al Presidente de la República en el exterior.

El medio publicitario chileno ha respetado hasta ahora a los grados altos de las FFAA, como Generales o Almirantes; o bien a los representantes de la curia eclesiástica, como Obispos o Cardenales. Ignoro si esta omisión se vincula al respeto, al miedo, o al temor de Dios. Lo que si tengo claro es que es nuestro deber defender y revalorizar la palabra Embajador/a.

Quienes leen estas líneas tienen muy claras las labores de un Embajador/a y cómo éstas tareas parten por representar oficialmente al Estado al cual pertenece, y se extienden a atender los asuntos de interés estatal entre el país que representa y ante el cual está acreditado, pudiendo los tópicos oscilar en materias tan variadas como: política, economía, comercio, cultura, turismo, tratados, acuerdos, diplomacia pública, etc. En algunos casos también les puede corresponder intervenir en asuntos o eventuales problemas que afecten a sus compatriotas en el suelo en el cual desempeña su función de Embajador, debiendo ante todo velar por la seguridad y la integridad de estos.

Al concluir este desahogo, no solo pido más respeto a los señores publicistas, sino que dejo planteada la necesidad de emprender acciones concretas que nos posicionen ante la opinión pública, que den a conocer nuestra labor, nuestras funciones y en términos crudos, nuestra utilidad. Ese acercamiento, que bien se puede hacer a través de un lobby pagado gremial, es urgente y necesario. En este sentido, la revalorización del concepto Embajador/a no es relevante solo por y para defender la imagen del Jefe/a de Misión. Al rescatar este cargo/grado de las manos de la publicidad estamos todos los funcionarios del Servicio Exterior poniendo en valor nuestro trabajo, nuestra carrera y también nuestro porvenir, como futuros Embajadores de la República.


Beatriz de la Fuente

1 comentario:

  1. Un antiguo jefe mío decía: si tiene cuatro patas, cola, relincha y corre en el hipódromo, aunque lo llames "mariposa", se trata de un caballo. Me tiene sin cuidado si a los embajadores los llaman "embajadores" o si la nueva ley del Ministerio establece que a los primeros secretarios se los pase a llamar "consejeros"... la reforma va por otro lado.

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